Comentario
Maestro francés nacido en 1720 en Velay (Languedoc), la formación de Michel tiene lugar en Toulouse con el flamenco Luquet, quien le aconseja su venida a España, cosa que hizo en 1740 acompañado de su maestro. Permaneció en la Corte hasta su muerte acaecida en 1786, salvo cortas estancias en Alava, región a la que aparece vinculado. Participó en la decoración del Palacio Real Nuevo, en cuyo obrador aparece en el grupo de Felipe de Castro. Por el Memorial de su viuda, Rosa Ballerna, conocemos las distinciones que mereció el escultor, así como sus principales obras. Asistió a los estudios de la Junta Preparatoria de la Academia y tras su inauguración en 1752 fue nombrado teniente director de Escultura. En 1757 alcanzó el título de escultor de Cámara y muerto Castro, el del primer escultor de Cámara, a propuesta de Sabatini. En 1763 se le hacía director de Escultura y, en 1785, director general.
En sus trabajos en el Palacio Real Nuevo le fueron adjudicadas, en el repartimiento de estatuas de 1749, las de los reyes Teudis -la mejor de ellas-, Alfonso IX, Bermudo III, Sancho I el Craso y Fernando II. Para el piso principal ejecutó la de Teodomiro, una de las mejor planteadas. También tomó parte en la serie de medallas para el corredor, ejecutando a propuesta de Castro dos para el lado religioso del patio, la de san Ildefonso y santa Leocadia y la del Martirio de santa Eulalia. Ambas fueron tasadas por Olivieri y Castro. También para la escalera de Palacio realizó un león en mármol, del que se conserva un boceto en barro cocido, firmado por el escultor. Este león hacía pareja con otro de Felipe de Castro. Labró también Michel los dos leones que arrastran el carro de la Fuente de Cibeles y los trofeos militares, cabezas de leones, cornucopias y ángeles de la Puerta de Alcalá construida por Sabatini, arquitecto con el que el escultor tuvo buena relación. Trata la escultura religiosa tanto en piedra como en madera. En el primer material esculpe la Virgen del Carmen en una hornacina de la fachada de San José de Madrid, dentro del clasicismo académico y las elegantes figuras en mármol blanco de la Caridad romana y la Fortaleza de la fachada de la iglesia de San Miguel. También es obra suya una imagen de la Inmaculada de la capilla Palafox, en la catedral de El Burgo de Osma. Su obra en madera recientemente conocida, se muestra totalmente ajena a la tradición imaginera española como lo muestran las cinco figuras de San Gregorio Ostiense (Navarra), documentados en 1769, que ocupan los retablos ejecutados por Silvestre de Soria, compañero de trabajo en el obrador real. Entre ellas destacan la imagen de san Gregorio vestido de pontifical y la de san Joaquín, imponente figura envuelta en un complicado manto.
Roberto Michel hizo también su contribución al campo del sepulcro, ya que por encargo del rey en 1767 labró en jaspe y mármol de Génova el mausoleo del Conde de Gajes, que hoy se emplaza en el claustro de la catedral de Pamplona; la urna sepulcral con un relieve en su frontis de la victoria en Basignana contra los piamonteses y austriacos aparece flanqueada por las figuras de Hipnos y Thanatos apagando sendas antorchas, que simbolizan la vida del conde, cuyo retrato de busto aparece en la parte superior. Se conoce por el Memorial de su vida que hizo otro sepulcro para el Duque de Arcos en la iglesia de San Salvador. Además del busto del Conde de Gajes reseñado en su sepulcro, labró el retrato de Carlos III por encargo de la Sociedad Vascongada de Amigos del País de Vitoria, que se conserva en la Diputación, única muestra hasta el momento de su trabajo para Álava. Debe mencionarse también la labor de Michel como restaurador de esculturas clásicas.
A este respecto se documenta en 1782 la compra por el escultor de catorce bustos de mármol a la Cofradía de San Fermín de los Navarros, procedentes de la Galería del Conde de Monterrey. El auge del estuco en la segunda mitad del siglo XVIII permitió a Roberto Michel dedicarse intensamente a esta técnica, en la que fue un gran especialista y contó con la colaboración de su hermano Pedro. Formando parte del grupo seleccionado por Giaquinto entró a trabajar en la Capilla del Palacio Real Nuevo, ocupándose de parte que se había adjudicado a Castro. A Michel se deben las decoraciones de estuco de otros Reales Sitios como Aranjuez, La Granja y El Pardo. En este último lugar trabajó (1768-1775) en tres conjuntos, en las habitaciones del rey, de los infantes y de la infanta María Josefa, siguiendo diseños de Sabatini.
Otros escultores de distinta formación y trayectoria diversa formaron parte del obrador real y participaron en el gran proyecto escultórico del Palacio Real Nuevo. Este es el caso de Felipe del Corral, valenciano de origen, con experiencia de trabajos en piedra en la portada de la iglesia de los Santos Juanes de Valencia, que fue introducido en el obrador de Palacio por el hermano del intendente don Baltasar de Elgueta, valenciano como el artista. Participó en la serie de los reyes de España destinada a la balaustrada, con las estatuas de Leovigildo, de aire teatral y dinámico, Liuva II, Bermudo II y Alfonso VI. Para el piso principal hizo la estatua de san Millán, que formaba pareja con la de Santiago, ambos patronos de España. Su dedicación fundamental fue, no obstante, la imaginería en madera, en la que se muestra conocedor de la tradición castellana. La Dolorosa de la iglesia de la Vera Cruz de Salamanca se inspira directamente en la Virgen de las Angustias, de Juan de Juni.
También Juan Porcel, nacido en Murcia, participó en el magno proyecto de Palacio ejecutando algunos reyes para la balaustrada, formando parte del grupo dirigido por Felipe de Castro. Son obra suya las estatuas de Eurico y Mauregato. Para el piso principal hizo la de Alfonso I, bien planteada y apurada de ejecución en todos sus detalles, por lo que mereció una alta tasación, tanto de Castro como de Olivieri. El resto de su actividad estuvo dedicada a la imaginería tradicional en madera. Obra siempre atribuida a Porcel es el Extasis de san Francisco de San Fermín de los Navarros, destruida en la Guerra Civil de 1936. Por semejanza a ésta puede adjudicársele el san Francisco de Asís de San Jerónimo el Real de Madrid. Porcel regresó a Murcia, donde se le atribuyen diversas obras y pasos procesionales.
Finalmente, Alejandro Carnicero, vallisoletano, bebe en las fuentes de la imaginería tradicional castellana formándose en el oficio con su maestro José de Larra y Churriguera. Fue llamado a colaborar en el obrador real por el ministro de Estado, don José de Carvajal y Lancaster, falleciendo en Madrid en 1756. Discípulo suyo es el escultor neoclásico Manuel Álvarez. Formando parte del grupo de Felipe de Castro labró para la balaustrada las estatuas de los reyes Sisebuto y Wamba, que se le habían adjudicado en el repartimiento de 1749. La más conseguida es, no obstante, la de Sancho III el Mayor de Navarra, destinada al piso principal, que alcanzó una alta valoración. Más importante fue su dedicación a la imaginería en madera. El san Miguel Arcángel del Hospital de Nava del Rey tiene muchos puntos de contacto con sus homónimos de Salvador Carmona. De gran teatralidad es el grupo de la Piedad del retablo mayor de Coria (Cáceres) con complicación en los plegados y otros detalles propios del último barroquismo. A Carnicero se le debe la ejecución de dos grandes sillerías de este momento, la de la catedral de Salamanca y la del monasterio de Guadalupe.